Sunday, February 25, 2007

¿Escándalo o justicia?

En este editorial, Rosaura pone en evidencia la hipocrecía de la "encantadora" burguesía regiomontana; la mismas personas que los regiomontanos admiran todos los viernes en el HOLA de Monterrey, la sección SIERRA MADRE del periódico El Norte, los admirados socios del Casino Monterrey, el aristocrático Club Campestre y Club Industrial. La sección Sierra Madre es la más vendida en Monterrey; el día que sale esta publicación, los periódicos se acaban antes de las 10 de la mañana. Los los wánabis, (want to be´s) que significa los que quieren ser o lo que es los mismo, los escaladores sociales hablan de ellos como si comieran del mismo plato y los imitan en todo. Son muchas las personas que viven frustradas y deprimidas por que no logran un "lugar en la vida" social y económica de este grupo que pregona e impone valores que no cumple más que en la apariencia. Los integrantes de la burguesía regiomontana creen estar más allá del bien y del mal.
Rosaura Barahona
Hay un espacio entre lo público y lo privado que no es ni lo uno ni lo otro; o mejor dicho, es ambas cosas, sin que oficialmente lo sean. Es un espacio grisáceo en donde se ubican los supuestos secretos (conocidos por mucha gente) de formas de vida o vicios privados de seres públicos. Es el ámbito donde se sabe, pero no se dice; se sabe, pero se finge ignorar; se sabe, pero se actúa como si no se supiera. Ese espacio es, desde luego, el de la hipocresía oficial porque lo que ahí sucede es como si no sucediera nunca. En ese abismo secreto que está al alcance de todos los que pueden acceder a él, está la distinguida esposa del empresario o del político que antes fue su secretaria y que, como si se tratara de un oficio vergonzoso, hoy nadie lo menciona. Ahí está la boda arreglada de la soltera difícil que prefirió comprarse un marido antes que no casarse. (PERO A ELLA NADIE LA CONSIDERA PROSTITUA) Ahí está el matrimonio en donde él es homosexual y toda la sociedad con la que convive lo sabe, como sabe que no podrá divorciarse mientras la suegra viva porque, mujer de convicciones y valores profundos (dicen), no permite divorcios en su familia. (NI LE IMPORTA QUE SU HIJO VIOLE NIÑOS O QUE A SU HIJA LE PEGUEN EL SIDA) Ahí está el chico, incasable por un leve daño cerebral que lo imposibilita para actuar por cuenta propia, pero a quien le fue adquirida una esposa con ventajas enormes que aseguran su futuro y el de sus hijos para siempre. Ahí está el del marido que corrió al maestro de música de su esposa cuando descubrió que le daba algo más que clases de canto y tras un sonado proceso de divorcio, hoy todo mundo finge haber olvidado. Ahí está la historia de la mamá que impidió la boda de su hijo porque la novia no le llenaba el ojo a ella, quien aseguraba saber lo que convenía a su muchachito.(Y NADIE DICE QUE EL MUCHACHITO ES UN CASTRADO) Y el muchachito, obediente, casóse con quien le ordenaron porque, después de todo, todavía hay clases sociales. Ahí está el hijo (o los) de un ilustre matrimonio, metido en la droga hasta el cogote, pero empleado en la compañía del padre para que justifique un ingreso que no tiene y que le permite pagar su vicio. No estoy hablando de Monterrey, aunque aquí no es diferente. Estoy hablando de cualquier ciudad grande, en donde un núcleo de personas establece estas normas supuestamente autoprotectoras que permiten un nivel aparente de conocimiento y uno real. Ese ámbito, a menudo, es muy dañino. Y no por los tejemanejes que pueda haber en determinadas relaciones (muy su gusto y muy su cielo o su infierno), sino porque hay secretos que se van pegando a las paredes de ese espacio oscuro y húmedo como murciélagos en espera de la luz. La violencia doméstica es uno de esos murciélagos. No hace mucho, alguien me confirmó cómo uno de los hombres famosos de esta localidad continúa golpeando a su mujer con saña y crueldad. Pero nadie se atreve a denunciarlo porque forma parte de una familia con miembros relevantes en el ámbito social, empresarial y político y ¡cómo van a salpicarlos! Los hijos, las hermanas y cuñados, las vecinas, sus amigas cercanas y los médicos que atienden a esta mujer saben de sus añejas golpizas. El padre de él se quedó sin esposa por la misma razón. El hijo debe haberlo aprendido en casa, y aunque tiene dinero e inteligencia suficientes para irse a terapia, no se va. Resulta que la familia está de acuerdo en que no se pueden dar el lujo de un escándalo y todos callan. Duro. Durísimo. Por no herir el prestigio inmerecido de un prohombre local, la mujer no sólo debe aguantar los golpes, sino tener cuidado de que no se vaya a filtrar información a quienes podrían tomar cartas en el asunto, porque "él es bueno, pero golpeador". (LA IDEA ES QUE; "DIGO, SI COMO QUIERA TE IBAN A GOLPEAR, QUE MEJOR QUE TENGAS AIR CONDITIONER, PORQUE IMAGÍNATE GOLPEADA Y CON CALOR") No, ningún golpeador es bueno. Entiéndanlo. ¿De verdad, nadie alrededor de una mujer de clase alta, golpeada sistemáticamente, cree que la justicia es superior a su temor al escándalo? ("DEJA TÚ, IMAGINATE SER UNA DIVORCIADA, O LO QUE ES LO MISMO APESTADA Y POBRE", QUE TAMBIÉN ES LO MISMO) ¿El prestigio vale más que un ser humano? ¿De qué tienen hecha la conciencia que no puede enfrentar la vergüenza? ¿Cómo les puede pesar más un escándalo que los golpes a su madre, hermana, cuñada? ¿Cómo pueden enseñar a sus hijos que si el precio para evitar el desprestigio es la muerte de alguien más, se paga? (QUIEN?LOS RICOS? NO CREO QUE LA PAGUEN) ¿Cómo fingen que nada sucede? Cruel sociedad y crueles seres los que la integramos. rosaurabster@gmail.com
http://www.elnorte.com/editoriales/nacional/719245/default.shtm

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