Aunque la Iglesia católica le retiró la autorización para enseñar, el eminente teólogo suizo que está en México no ha cesado de escribir y luchar por la libertad intelectual entre los católicos y de pregonar la necesidad de una nueva ética mundial Está en México el padre Hans Kung, uno de los mayores teólogos del mundo y quien en el medio siglo reciente ha encarnado célebres conflictos entre libertad y autoridad en la Iglesia católica. Su presencia entre nosotros coincide con el castigo, semejante al que él mismo lleva sobre la espalda, del Vaticano al sacerdote salvadoreño-español Jon Sobrino, teólogo de la liberación, retirado de la docencia por enseñar un Cristo humano. Kung cumplió el lunes pasado 79 años de edad. Nacido cerca de Lucerna, Suiza, se formó en la Universidad Gregoriana de Roma, donde se licenció en filosofía y en teología. En 1957 alcanzó el doctorado, e inició su lucha por la libertad intelectual. Así como había estudiado el pensamiento de Sartre, su humanismo ateo, para su primera graduación, se ocupó del teólogo protestante Karl Barth en su libro Justificación. El Santo Oficio abrió un expediente contra el libro, que no prosperó. A partir de 1959, con el nuevo aire llevado a Roma por el Papa bueno, Juan XXIII, Kung abogó por la celebración de un concilio ecuménico, y en 1962 fue nombrado consultor de la magna reunión del episcopado de todo el mundo. Con ese carácter viajó a varios países, incluido Estados Unidos. Pero la Catholic University of America rehusó recibirlo, porque ya incomodaban al conservadurismo obras como Estructuras de la iglesia. En 1965, apenas concluido el Concilio, el Santo Oficio lo amonestó por considerar negativo su balance sobre la asamblea episcopal. En 1967 fue prohibida la circulación de su libro La iglesia, descalificado especialmente por la Conferencia de los Obispos alemanes, que además censuraron un artículo de Kung sobre matrimonios mixtos, como torpemente se llama a los celebrados entre fieles de confesiones distintas. El mismo episcopado alemán fue el primero en cuestionar su libro más sacudidor, ¿Infalible? Una interrogación, obviamente destinado a examinar, y negar, la infalibilidad del Papa en materia de fe. Durante cinco años estuvo sujeto a juicio inquisitorial por esa obra, pero a la postre el proceso fue anulado.
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